LA ECUACION DE LA SONRISA HIPERPOTECARIA
Ayer, por fin nos desayunamos en los medios de comunicación
con un personaje que exhibía una franca y sincera sonrisa. ¡Ya iba siendo hora, pensará el
confiado lector! Convendrán
conmigo que esto es algo difícil de ver en los tiempos que corren para la
situación general de nuestro País.
El personaje, se ufanaba de los resultados económicos de su ejercicio, y
hemos de reconocer, que hasta a los más duros, nos costaría disimular la leve
curva positiva de nuestros labios, si durante el pasado año, hubiésemos
obtenido un beneficio de casi 4.300 millones de euros. Sí, la cifra no está equivocada, y
aplicando unas sencillas operaciones, obtenemos como resultado, que nuestro
esforzado trabajador ha ganado 358,33 millones de euros al mes, (casi sesenta
mil millones de las antiguas pesetas), y casi 12 millones de euros por jornada;
a estas alturas, puedo imaginar
que cualquiera que lea estas letras, estará pensando que no debe ser ésta una
mala ocupación con estos réditos. No
es ningún descubrimiento que, en efecto la usura siempre ha sido un negocio muy
rentable a lo largo de la Historia de la Humanidad. Probablemente el más rentable. Siempre he sido partidario de la iniciativa privada como
sistema incuestionable para canalizar las neuropatías de ese sector de la
sociedad que caracteriza su esencia por una desmedida ambición económica no
siempre desligada del simple pecado capital de la avaricia. Al mismo tiempo, también soy contrario
a que la gestión de los servicios básicos y esenciales tengan ánimo de lucro. En
nuestro inmoral sistema, entregado al becerro de oro, la usura se admite con
inusitada manga ancha, y es que no debe ser demasiado fácil para nuestra deleznable
estructura política, cantar las cuarenta al usurero al que se le deben hasta
las muelas, para poder mantener operativo su entramado de sectario bienestar. Esta generosidad recíproca entre poder y dinero, se ha demostrado
desgraciadamente indispensable para que ambas incógnitas con signo negativo, la
“X” y la “Y”, consigan junto con la que aún nos falta por despejar, la “Z”, tan
pingüe resultado. Las
matemáticas son tozudas, y es evidente que la “Z”, fuente numeral inagotable y
directamente proporcional al atropello de los denuedos cotidianos de la mayoría
de los ciudadanos por llegar a fin de mes con un euro en la cartera, debe
adoptar el valor positivo adecuado, para que simultáneamente dos actividades
tan poco productivas para un País como son la administración de los dineros
públicos y privados acaben convergiendo en resultados extraordinarios. He de decir que la fórmula tiene
múltiples trampas, y todas ellas emanan de la interdependencia entre la “X” y
la “Y”, que en diabólica sinergia pactan sus respectivos valores a través de
unas reglas y mecanismos a su medida.
Disponemos de centenares de ejemplos, que serían la envidia de los
pueriles mercaderes del templo expulsados a patadas por la encarnación de la ya
olvidada moral: instrumentos especulativos, derivados, futuros, preferentes,
hipotecas que deberían pasar a denominarse “hiperpotecas” y en las que el
prestamista siempre gana, tasando bien y deuda en las condiciones de mercado
que el mismo manipula y controla, etc…
Y mientras tanto, algunas anónimas “ZETAS” no pegarán ojo
esta noche, esperando la llamada en su puerta del agente judicial que les
desahuciará de su madriguera, con el rumor de fondo del torno de oro que
blanquea los colmillos de los infectos personajes, que con una franca y sincera
sonrisa nos alegrarán el día de mañana con su satánica habilidad matemática. Suerte la de los que no necesitan
dormir, es la ventaja de los que ya están muertos.
ALAZOR
31-1-2014