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viernes, 31 de enero de 2014

LA ECUACION DE LA SONRISA HIPERPOTECARIA


LA ECUACION DE LA SONRISA HIPERPOTECARIA

Ayer, por fin nos desayunamos en los medios de comunicación con un personaje que exhibía una franca y sincera sonrisa.  ¡Ya iba siendo hora, pensará el confiado lector!  Convendrán conmigo que esto es algo difícil de ver en los tiempos que corren para la situación general de nuestro País.  El personaje, se ufanaba de los resultados económicos de su ejercicio, y hemos de reconocer, que hasta a los más duros, nos costaría disimular la leve curva positiva de nuestros labios, si durante el pasado año, hubiésemos obtenido un beneficio de casi 4.300 millones de euros.  Sí, la cifra no está equivocada, y aplicando unas sencillas operaciones, obtenemos como resultado, que nuestro esforzado trabajador ha ganado 358,33 millones de euros al mes, (casi sesenta mil millones de las antiguas pesetas), y casi 12 millones de euros por jornada;  a estas alturas, puedo imaginar que cualquiera que lea estas letras, estará pensando que no debe ser ésta una mala ocupación con estos réditos.  No es ningún descubrimiento que, en efecto la usura siempre ha sido un negocio muy rentable a lo largo de la Historia de la Humanidad.  Probablemente el más rentable.  Siempre he sido partidario de la iniciativa privada como sistema incuestionable para canalizar las neuropatías de ese sector de la sociedad que caracteriza su esencia por una desmedida ambición económica no siempre desligada del simple pecado capital de la avaricia.  Al mismo tiempo, también soy contrario a que la gestión de los servicios básicos y esenciales tengan ánimo de lucro. En nuestro inmoral sistema, entregado al becerro de oro, la usura se admite con inusitada manga ancha, y es que no debe ser demasiado fácil para nuestra deleznable estructura política, cantar las cuarenta al usurero al que se le deben hasta las muelas, para poder mantener operativo su entramado de sectario bienestar.  Esta  generosidad recíproca entre poder y dinero, se ha demostrado desgraciadamente indispensable para que ambas incógnitas con signo negativo, la “X” y la “Y”, consigan junto con la que aún nos falta por despejar, la “Z”, tan pingüe resultado.   Las matemáticas son tozudas, y es evidente que la “Z”, fuente numeral inagotable y directamente proporcional al atropello de los denuedos cotidianos de la mayoría de los ciudadanos por llegar a fin de mes con un euro en la cartera, debe adoptar el valor positivo adecuado, para que simultáneamente dos actividades tan poco productivas para un País como son la administración de los dineros públicos y privados acaben convergiendo en resultados extraordinarios.  He de decir que la fórmula tiene múltiples trampas, y todas ellas emanan de la interdependencia entre la “X” y la “Y”, que en diabólica sinergia pactan sus respectivos valores a través de unas reglas y mecanismos a su medida.  Disponemos de centenares de ejemplos, que serían la envidia de los pueriles mercaderes del templo expulsados a patadas por la encarnación de la ya olvidada moral: instrumentos especulativos, derivados, futuros, preferentes, hipotecas que deberían pasar a denominarse “hiperpotecas” y en las que el prestamista siempre gana, tasando bien y deuda en las condiciones de mercado que el mismo manipula y controla, etc…
Y mientras tanto, algunas anónimas “ZETAS” no pegarán ojo esta noche, esperando la llamada en su puerta del agente judicial que les desahuciará de su madriguera, con el rumor de fondo del torno de oro que blanquea los colmillos de los infectos personajes, que con una franca y sincera sonrisa nos alegrarán el día de mañana con su satánica habilidad matemática.   Suerte la de los que no necesitan dormir, es la ventaja de los que ya están muertos.

ALAZOR
31-1-2014

martes, 28 de enero de 2014

EL LECHON DIFERENCIAL


EL LECHON DIFERENCIAL

A estas alturas, no me cabe ninguna duda que tenemos la fortuna o el infortunio, según la perspectiva que adoptemos, de vivir en un País en el que la realidad y la ficción se entremezclan con inusitada soltura.  Esta característica conforma nuestro carácter imaginativo y a la vez escasamente pragmático.   Una de las condiciones fundamentales para esta condición es la nimia capacidad de nuestra memoria colectiva, aparejada a una errabunda y discontinua, en el tiempo, línea formativa.  Y es que los españoles tenemos muy poco espacio para la memoria ROM, y mucho para la RAM.
Caro Baroja, en magnífico libro “La Falsificación en la Historia” delata nuestra idiosincrasia de forma magistral:   Una falta de pragmatismo que implica una impunidad propiciatoria de la manipulación de la realidad, hasta convertirla en realidad falsificada, asociada a la tradición.  Y ahí radica uno de nuestros mayores problemas;  En nuestro prisma Judeocristiano, la tradición siempre va asociada al sentimiento, en lugar de al estilo o a la herencia cultural, como sucede en las mentes protestantes.  En este punto, y en pleno auge, una vez más, de los arrebatados sentimientos localistas, realidad y ficción se distorsionan al antojo de sus beneficiarios para deformar la escala de valores fundamentales, de forma que lo accesorio, asociado a nuestra interpretación de la tradición, acaba primando sobre lo realmente importante.  El folklore y las costumbres locales, son un claro ejemplo de ello, y observamos con terror como algo con un valor relativo, en boca de insignes antropólogos como el propio Caro Baroja, se instrumentaliza y ensalza hasta convertirlo en un símbolo de identidad.   Hasta el propio Franco, a través de los insoportables “Coros y Danzas”, canalizó en su favor la tradición a través del sentimiento local, en un alarde surrealista de exaltación de la subcultura, que insisto, sin ser despreciable, debe valorarse en su justa medida antropológica, etnográfica, y costumbrista.   El hecho de que una vulgar boina, por cierto dudosamente dimensionada, adopte denominación de origen,  no la convierte en algo más valioso que cualquier otra simple y rústica boina patria.   El ejemplo es extensible a las munchetas, las butifarras, el garrí, el levantamiento de piedras o el lanzamiento de cabras, y un largo etc…, y en definitiva a tantos otros productos y costumbres, que como bien sabrá interpretar irónicamente el lector a estas alturas, han condicionado el destino de nuestro Planeta, si bien, indudablemente representan una adición a la riqueza de nuestra diversidad antropológica, y que simplemente representan un tipismo muy poco productivo, salvo por sus implicaciones de cara al sector turístico.   Y todo este puerilmente perverso montaje político, en aras a encontrar sutiles diferencias que exalten el sentimiento, hasta la eliminación de cualquier posibilidad por construir un bien común, siempre respetando estas anécdotas locales, pero ponderándolas en su justa medida.   Sigo convencido de que todo acaba dimanando de un erróneo planteamiento de nuestra Constitución en los orígenes de nuestro Estado democrático, que debería haber eliminado de pleno cualquier privilegio o ventaja diferencial en todo nuestro territorio, algo que por cierto ni el propio Dictador fue capaz de hacer, manteniendo decimonónicos privilegios y fueros.   Una vez más, realidad y ficción se entrelazan falsificando el orden y la naturaleza de los valores, de tal forma que exigir la igualdad jurídica, fiscal, educativa y legal, entre ciudadanos, algo de lo que nunca hemos disfrutado en nuestra Historia,  ha acabado por convertirse en algo “fascista”, mientras que reivindicar la desigualdad es ahora actual y progresista.  Hasta que no desaparezca esta idea del pensamiento de algunos ciudadanos, algo harto improbable vista la capacidad de toda nuestra casta política, nunca seremos capaces de construir un Estado moderno, justo, y verdaderamente democrático, bendecido además con la suerte de una envidiable posición geoestratégica, un clima beatífico, y una variedad geográfica, paisajistica, gastronómica y costumbrista, verdaderamente excepcional.
Y es que por mucho que nos empeñemos en diferenciar, un garrí, un porco, o un Euskal txerria, nunca dejarán de ser simples lechones.  Y es que a todos nos encanta hocicar en el barro.

ALAZOR
28-1-2014

domingo, 26 de enero de 2014

CELTICIA, EL GRAN CAPITAN Y CARANDELL


CELTICIA, EL GRAN CAPITAN Y CARANDELL

La virtualidad siempre ha sido un componente indispensable de la magia y la superstición.  En los tiempos presentes la tecnología, esa gran aliada de la virtualidad, ha conseguido perpetuar esta condición intrínseca a la mente humana.  Nuestra Constitución es un gran ejemplo de ello.  Nuestra democracia aún desconoce su verdadera utilidad, y por ello, hasta el momento nos sirve como vago y virtual referente legislativo, sin explotar su verdadero valor pedagógico y formativo, para constituir una normas de convivencia justas y confortables para sus beneficiarios.  Todos los Estados, por mal que le pese a algunas mentes virtuales contemporáneas, se han constituido a través de la fuerza.  La fuerza de la voluntad, del interés, de la sinergia, o de las armas.  Toynbee expuso magistralmente este mecanismo, tan desconocido en nuestro país, y tan útil y necesario para construir un futuro mejor.  Nuestro país fue poblado siempre por la fuerza desde sus inicios.  La usurpación ha sido una constante, nunca reconocida, y es que en esencia, la apropiación de cualquier espacio de la tierra, coronada con un trapo de color, no deja más que ser eso, una simple usurpación virtual.  En nuestro territorio predominó una tribu, la Celta, que hasta tiempos modernos consiguió perpetuar su dominio, representada por la Casa de los Trastámara, manteniendo muchas de sus ancestrales peculiaridades, a pesar del baño romanizador que sentó las bases jurisdiccionales que ordenaron en cierta medida nuestro mágico mundo, herencia de la tierra de las brumas.  Nuestra tribu Celta adoptó además de inmediato, salvo por débiles titubeos arrianistas, la bandera del Cristianismo, último legado de los estertores del Imperio Romano, como elemento aglutinador y mecanismo útil para perpetuar un carácter afecto a la superstición. La presencia de otro grupo de población, la fenicia, heredera del pensamiento Oriental, más cercana al pragmatismo capitalista, provocó una influencia que también perdura hasta nuestros días en nuestro singular acerbo.  La confrontación y convivencia simultánea entre ambas actitudes vitales, sumadas al barniz de la influencia musulmana, han conseguido determinar nuestra esencia Celticia.
Es difícil precisar si la lucha por el territorio determinó el carácter guerrero de nuestros primeros pobladores, o sí precisamente por ese carácter se iniciaron las contiendas, pero el desarrollo de nuestra Historia se ha visto marcado por esa condición.  En estas circunstancias, la naturaleza soldadesca se superpuso a otras en la actividad cotidiana.  El peso de esta característica, una población formada por soldados de frontera, ha marcado nuestro desarrollo hasta el presente.  En un determinado momento, prácticamente coincidente con el fin de las hostilidades provocadas por la Reconquista, el destino quiere que nos toque la lotería de las civilizaciones, en forma de descubrimiento de nuevos territorios.  Sin duda este hecho sirvió para continuar desarrollando nuestro instinto de soldados de frontera, hasta convertirnos, casi por casualidad en Imperio.  Es curioso observar que como buenos soldados, siempre nos ha preocupado mucho más conquistar que conservar.  Nuestra preparación como tribu programada para el ataque es a veces contraria a los principios básicos de la inteligencia práctica.  Basta mencionar uno de nuestros refranes populares “La mejor defensa es un buen ataque” para entender nuestra idiosincrasia.  Nada mejor que un grupo de valientes dispuestos a todo.  Curiosamente, y se produce en todas las instituciones humanas, la inteligencia se suele resguardar en la retaguardia, y los individuos más fieros y menos dotados intelectualmente, son enviados a fajarse en primera línea de fuego.  En nuestra historia tenemos grandes ejemplos y grandes excepciones, como la de "El Gran Capitán", que confirman que con una buena dirección estratégica, un grupo de Celticios es capaz de cualquier cosa.  Y curiosamente, a pesar de sus denuedos. comunes a una valerosa minoría de compatriotas excepcionales, la historia de Celticia como a tantos otros, le ha pagado con el legado del escándalo financiero de la administración de sus huestes (ya en esa época se cocían habas…).
Nuestra situación presente viene precisamente determinada por esa circunstancia:  La inexistencia de una mente privilegiada por la inteligencia, que sea capaz de encauzar el valor de una tribu para que prospere el bien común, aparejada al cese de hostilidades con nuestro entorno.  Y es que no hay nada más peligroso que un soldado ocioso.
Alerta ciudadanos del mundo, a día de hoy estamos inactivos, sin dirección, y preparados para todo;  para lo mejor, y para lo peor.  Y es que nuestro sino es, al parecer, no parar de conquistar, hasta que nos conquistemos a nosotros mismos.

ALAZOR
26-1-2014

NOTA DEL AUTOR: Disculpe el lector estas breves y humildes transgresiones mentales, fruto inevitable de una saturación informativa de nuestra actualidad territorial, y de una divertida re-lectura del incunable “Celtiberia Show” de D. Luis Carandell.
Una terapia más sana que darse a la bebida, en los tiempos que corren, y que siempre han corrido…  

sábado, 25 de enero de 2014

ESPAÑA COMUNIDAD AUTONOMA


ESPAÑA COMUNIDAD AUTONOMA

Llegados a este punto de esquizofrenia colectiva, en el que la sagaz casta política local de Cataluña ha logrado convencer a sus votantes de la conveniencia de convertirse en sus súbditos, mediante la obtención de una idílica soberanía, resulta interesante recordar que de facto, ya gozan de un estatus autonómico, que salvo por el control de la justicia, y por el concierto económico, representa casi una total independencia del resto del País.
La evolución, o mejor dicho deriva, de los principios constitucionales que se establecieron como pacto de convivencia, reconociendo derechos históricos decimonónicos a algunas regiones, han marcado la trayectoria de nuestro sistema democrático, en el que de partida se ha terminado por demostrar, que ganaron las tesis más involucionistas, injustas, y erróneas, en aras a construir un marco de convivencia democrático, justo, moderno y equitativo, adaptado al mundo del siglo XXI.  Durante los sucesivos gobiernos del periodo de nuestra joven democracia, los privilegios de estos territorios han ido ampliándose paulatinamente, de tal forma que se han convertido en derechos inalienables, que además su oligarquía política local ha vendido, a través de sus competencia educativas, en forma de afrentas a su esencia como pueblo, algo que además de falso, no dejar de ser un viejo método para encubrir su lamentable legado como gestores de recursos públicos.  Hoy en día y a través de un bien orquestado proceso, resulta que propugnar la igualdad entre ciudadanos, (base esencial de cualquier ideología progresista), y territorios, es algo “carca” y reaccionario, mientras que propugnar la tesis que defiende un marco histórico administrativo semejante al de hace muchos siglos, plagado de trabas administrativas, comerciales, arbitrariedades y diferencias, es algo moderno y positivo, superponiendo el fantástico derecho de autodeterminación sobre cualquier otro.  Las tesis federalistas, a veces bien intencionadas, no son en definitiva más que otra chapuza, que a la postre no harían más que abundar en el problema, y agravar la situación de desigualdad, rompiendo el principio de solidaridad inter-territorial de nuestro Estado. 
La tendencia, desde uno y otro lado, es acusar y culpabilizar al contrario de la surrealista situación a la que se ha llegado, pero el resultado de esta contienda, que por cierto iguala a toda nuestra clase política demostrando una vez más que a los españoles nos igualan los defectos y tal vez nos separan sólo algunas virtudes, confirma la ineptitud de ambas partes.  No es demasiado complicado extraer, que cualquier solución que emane desde nuestra actual clase política, por ambas partes, en definitiva apunta a sus intereses personales o partidarios, y no al bien común y al interés general.  Sería excepcional que dados los antecedentes de su gestión, no fuera este el caso.
Y ya puestos a desbarrar, desde esta tribuna propongo como solución otorgar a nuestro País el estatus de Comunidad Autónoma única de España.  Tal vez así  todos los españoles podamos al fin ir adquiriendo nuevos privilegios que convertiremos en derechos inalienables de inmediato, y sometamos a todos los ciudadanos al , al parecer de algunos, subyugante y quimérico yugo de un marco de convivencia, común, justo y equitativo para todos, desde el que afrontar los retos del presente siglo, en paz y armonía.

ALAZOR
25-1-2014

viernes, 24 de enero de 2014

JUSTICIA SIN-VERGÜENZA


JUSTICIA SIN-VERGÜENZA


Hace tan sólo unos días nos enterábamos que la Unión Europea ha amonestado a nuestro país por las manifiestas injerencias del poder político en nuestro sistema judicial.  El asunto, por reiterativo que sea no deja de representar una enorme gravedad para la supervivencia de nuestra ya malherida democracia.  Fue el ínclito Alfonso Guerra, el que celebró con la frase “Montesquieu ha muerto” la destrucción definitiva de la independencia del poder judicial, y sucesivamente, todos los gobiernos posteriores han acabado por asumir y aplicar en su favor, el marco que les permite dar cobertura a cualquiera de sus decisiones y actos con total impunidad.  El mantenimiento de los aforamientos, la sospechosamente tendenciosa actuación de la Fiscalía, o el bochornoso tratamiento de los indultos gubernamentales, siempre opacos y casualmente resueltos a favor de delincuentes de cuello blanco relacionados con el poder, demuestran claramente la desfachatez con la que se ha llegado a actuar.  El fiel de la balanza de la justicia siempre se mantiene vertical, puesto que en ambas bandejas, es el poder el que sostiene el equilibrio, cuando en cualquier sistema realmente democrático, una de las bandejas debería estar ocupada por la voluntad popular.   Los ciudadanos van poco a poco descubriendo que en realidad, no vivimos en auténtica democracia;  una suerte de “matrix” nacional, en el que nada es lo que parece.  Los políticos han creado una red de corrupción, clientelismo, arbitrariedad, y desprecio a la voluntad popular, envueltos en sus respectivos disfraces ideológicos que no tienen otro fin, más que el de mantener al pueblo ocupado e imposibilitar una fuerza única que pueda hacerles frente.
Ayer nos enteramos del encausamiento de un Juez, Elpidio Silva, que ha cometido la osadía de dictar prisión preventiva para uno de estos infames personajes, asociado al poder que, cuando menos, ha presentado una conducta tan alejada de la ética y la moral, que habría hecho incompatible su presencia a menos de mil kilómetros de cualquier depósito de dinero público.  Estos personajes, que además se rasgan las vestiduras como patriotas, son en realidad una escoria despreciable, que en el fondo, y con su comportamiento siempre relacionado con apropiaciones indebidas, estafas, y evasión de capitales, evidencian un profundo desprecio por su País.
El mismo desprecio que toda la casta política ha demostrado con sus propios actos por nuestro País, por la democracia, y por los ciudadanos, consolidando una democracia orgánica, que ha realizado menos plebiscitos y menos consultas populares que el propio régimen franquista, en prácticamente el mismo periodo de tiempo.
La diatriba que se presenta para abordar y dar solución al problema es francamente dura.  Si el gobierno no soluciona la situación por incapacidad, no debería mantener su responsabilidad de gobierno, si no la resuelvo por voluntad, significaría que es coparticipe y cómplice de la situación.
A la vista de los hechos, no pecaré de ingenuo, y descartaré la primera opción, aún sin ocultar que la decisión me produce "cierta" vergüenza, en medida inversamente proporcional a la magnitud de la que nuestra casta política adolece...

ALAZOR
24-1-2014

martes, 21 de enero de 2014


EL ESTADO DE LAS CAUSAS

Ningún líder político quiere reconocer, al menos públicamente, que en nuestro País existe un estado general de corrupción que se ha enquistado en las entrañas del sistema.  Esta grave irresponsabilidad, conlleva la imposibilidad de corrección de la situación.  En estas circunstancias, la frustración de los ciudadanos sumidos en la ingrata tarea de restañar con sus propios, y cada vez más escasos recursos, la nefasta, caótica, e improvisada gestión económica de los sucesivos gobiernos de nuestro llamado periodo democrático, se constituye en el perfecto caldo de cultivo para propiciar un golpe de mano en nuestro lastimado sistema.
La crisis institucional es tan profunda, que ha terminado por hacerse evidente hasta en la propia Jefatura del Estado, con las consecuencias que ello acarrea.
Todo ello propicia, que no sea aventurado pronosticar el auge de la indignación popular, que lamentablemente puede terminar también en imprevisibles experimentos populistas.  El proceso, que de antemano se augura como un estrepitoso fracaso, recuerda peligrosamente a tiempos pasados, y concretamente a los preámbulos de los últimos años de nuestra 2ªRepública.  El hartazgo general, y la desafectación de los ciudadanos como consecuencia, en este caso, de nuestro hermético, poco equitativo, y errabundo sistema, con tensiones territoriales incluidas, se encuentra a la espera de la chispa que provoque una reacción en cadena de lamentables consecuencias para todos.  El Gamonal, ha sido probablemente, un tosco y minúsculo preámbulo, que probablemente se tratará de solucionar con más represión, en lugar de con más democracia.  Los datos del contratista de las obras producen escalofríos;  Encausado, procesado y condenado por corrupción urbanística a siete años de prisión, posteriormente indultado, y ganador del polémico concurso con la oferta más cara ¿?.  Dadas las actuales circunstancias del País, ¿puede algún político en su sano juicio continuar actuando con tanto desprecio hacia sus ciudadanos?  La respuesta es obvia.  Los resultados, previsibles ante el estado general de las cosas, se podrían haber evitado a priori, probablemente con algo tan simple, y al parecer tan hipotético, como una simple consulta vecinal.  Nuestra clase política, continúa sin aceptar, que los dueños del dinero público, son los ciudadanos, y que ellos no son más que simples administradores de dichos recursos.  A diferencia de otras épocas, en ésta ocasión, no se han producido más que lamentables daños materiales, afortunadamente sin víctimas humanas.  Sí esto hubiese llegado a suceder, la situación entraría en una nueva dinámica, quizá irreversible, y España, una vez más, y ante el asombro de una comunidad Internacional incapaz de comprendernos, iniciaría un proceso de autodestrucción de nuestra tan maltratada y ya poco respetada democracia.  Resulta lamentable, que la suma de todos los factores negativos que atenazan  nuestro futuro: una profunda crisis institucional, fundamentalmente territorial y administrativa, judicial, industrial y económica en general, condicionadas por la opacidad del sistema, el congénito sectarismo ideológico, amparadas por la indecente estructura financiera de los partidos políticos y organizaciones sindicales, completa un cuadro patológico general de sombrío pronóstico, ante la aparente indiferencia de nuestros líderes, que en su condición de responsabilidad deberían adoptar cualquier actitud, excepto la de las avestruces.
El tratamiento ante este diagnostico se muestra tan evidente como improbable, dado que difícilmente el agente patógeno suele ser el antídoto adecuado, y debería, mediante una reforma constitucional consensuada, asentada en principios de justicia, transparencia, e igualdad entre ciudadanos y territorios, establecer las pautas de convivencia y prosperidad para los años venideros, a través de una profunda transformación de nuestra “partitocrácica” democracia orgánica, de listas cerradas y agrupaciones políticas constituidas en empresas financiadas opacamente y con ánimo de lucro, para convertirse en una democracia participativa que perdiese su integración vertical, y que decididamente estableciese una bases para una justicia independiente y no sujeta a injerencias y presiones políticas.   Incluso antes que eso, medidas tan sencillas como el des-aforamiento de cargos públicos, la introducción del agravante por malversación de fondos públicos, responsabilidad extendida a los partidos en los que se produzcan casos de corrupción, o una norma que introdujese transparencia en la financiación de los partidos, serían medidas mínimas e imprescindibles para volver  creer e un sistema desnortado y agónico, que galantea peligrosa e insensatamente con el “democraticido”.
Un viejo y sabio refrán marinero, dice que no existe viento adecuado y favorable cuando uno no conoce el rumbo.  Claro, que para conocer esto no basta con saber la dinámica del mar y la navegación, además hay que amarlo, y saber leer los roles del viento.

ALAZOR
21-1-2014