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viernes, 24 de enero de 2014

JUSTICIA SIN-VERGÜENZA


JUSTICIA SIN-VERGÜENZA


Hace tan sólo unos días nos enterábamos que la Unión Europea ha amonestado a nuestro país por las manifiestas injerencias del poder político en nuestro sistema judicial.  El asunto, por reiterativo que sea no deja de representar una enorme gravedad para la supervivencia de nuestra ya malherida democracia.  Fue el ínclito Alfonso Guerra, el que celebró con la frase “Montesquieu ha muerto” la destrucción definitiva de la independencia del poder judicial, y sucesivamente, todos los gobiernos posteriores han acabado por asumir y aplicar en su favor, el marco que les permite dar cobertura a cualquiera de sus decisiones y actos con total impunidad.  El mantenimiento de los aforamientos, la sospechosamente tendenciosa actuación de la Fiscalía, o el bochornoso tratamiento de los indultos gubernamentales, siempre opacos y casualmente resueltos a favor de delincuentes de cuello blanco relacionados con el poder, demuestran claramente la desfachatez con la que se ha llegado a actuar.  El fiel de la balanza de la justicia siempre se mantiene vertical, puesto que en ambas bandejas, es el poder el que sostiene el equilibrio, cuando en cualquier sistema realmente democrático, una de las bandejas debería estar ocupada por la voluntad popular.   Los ciudadanos van poco a poco descubriendo que en realidad, no vivimos en auténtica democracia;  una suerte de “matrix” nacional, en el que nada es lo que parece.  Los políticos han creado una red de corrupción, clientelismo, arbitrariedad, y desprecio a la voluntad popular, envueltos en sus respectivos disfraces ideológicos que no tienen otro fin, más que el de mantener al pueblo ocupado e imposibilitar una fuerza única que pueda hacerles frente.
Ayer nos enteramos del encausamiento de un Juez, Elpidio Silva, que ha cometido la osadía de dictar prisión preventiva para uno de estos infames personajes, asociado al poder que, cuando menos, ha presentado una conducta tan alejada de la ética y la moral, que habría hecho incompatible su presencia a menos de mil kilómetros de cualquier depósito de dinero público.  Estos personajes, que además se rasgan las vestiduras como patriotas, son en realidad una escoria despreciable, que en el fondo, y con su comportamiento siempre relacionado con apropiaciones indebidas, estafas, y evasión de capitales, evidencian un profundo desprecio por su País.
El mismo desprecio que toda la casta política ha demostrado con sus propios actos por nuestro País, por la democracia, y por los ciudadanos, consolidando una democracia orgánica, que ha realizado menos plebiscitos y menos consultas populares que el propio régimen franquista, en prácticamente el mismo periodo de tiempo.
La diatriba que se presenta para abordar y dar solución al problema es francamente dura.  Si el gobierno no soluciona la situación por incapacidad, no debería mantener su responsabilidad de gobierno, si no la resuelvo por voluntad, significaría que es coparticipe y cómplice de la situación.
A la vista de los hechos, no pecaré de ingenuo, y descartaré la primera opción, aún sin ocultar que la decisión me produce "cierta" vergüenza, en medida inversamente proporcional a la magnitud de la que nuestra casta política adolece...

ALAZOR
24-1-2014

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