ESPAÑA COMUNIDAD AUTONOMA
Llegados a este punto de esquizofrenia colectiva, en el que
la sagaz casta política local de Cataluña ha logrado convencer a sus votantes
de la conveniencia de convertirse en sus súbditos, mediante la obtención de una
idílica soberanía, resulta interesante recordar que de facto, ya gozan de un
estatus autonómico, que salvo por el control de la justicia, y por el concierto
económico, representa casi una total independencia del resto del País.
La evolución, o mejor dicho deriva, de los principios
constitucionales que se establecieron como pacto de convivencia, reconociendo
derechos históricos decimonónicos a algunas regiones, han marcado la
trayectoria de nuestro sistema democrático, en el que de partida se ha
terminado por demostrar, que ganaron las tesis más involucionistas, injustas, y
erróneas, en aras a construir un marco de convivencia democrático, justo,
moderno y equitativo, adaptado al mundo del siglo XXI. Durante los sucesivos gobiernos del
periodo de nuestra joven democracia, los privilegios de estos territorios han
ido ampliándose paulatinamente, de tal forma que se han convertido en derechos
inalienables, que además su oligarquía política local ha vendido, a través de
sus competencia educativas, en forma de afrentas a su esencia como pueblo, algo
que además de falso, no dejar de ser un viejo método para encubrir su lamentable
legado como gestores de recursos públicos. Hoy en día y a través de un bien orquestado proceso, resulta
que propugnar la igualdad entre ciudadanos, (base esencial de cualquier
ideología progresista), y territorios, es algo “carca” y reaccionario, mientras
que propugnar la tesis que defiende un marco histórico administrativo semejante
al de hace muchos siglos, plagado de trabas administrativas, comerciales, arbitrariedades
y diferencias, es algo moderno y positivo, superponiendo el fantástico derecho
de autodeterminación sobre cualquier otro. Las tesis federalistas, a veces bien intencionadas, no son
en definitiva más que otra chapuza, que a la postre no harían más que abundar
en el problema, y agravar la situación de desigualdad, rompiendo el principio
de solidaridad inter-territorial de nuestro Estado.
La tendencia, desde uno y otro lado, es acusar y
culpabilizar al contrario de la surrealista situación a la que se ha llegado,
pero el resultado de esta contienda, que por cierto iguala a toda nuestra clase
política demostrando una vez más que a los españoles nos igualan los defectos y
tal vez nos separan sólo algunas virtudes, confirma la ineptitud de ambas
partes. No es demasiado complicado
extraer, que cualquier solución que emane desde nuestra actual clase política, por
ambas partes, en definitiva apunta a sus intereses personales o partidarios, y
no al bien común y al interés general.
Sería excepcional que dados los antecedentes de su gestión, no fuera
este el caso.
Y ya puestos a desbarrar, desde esta tribuna propongo como
solución otorgar a nuestro País el estatus de Comunidad Autónoma única de
España. Tal vez así todos los españoles podamos al fin ir
adquiriendo nuevos privilegios que convertiremos en derechos inalienables de
inmediato, y sometamos a todos los ciudadanos al , al parecer de algunos, subyugante
y quimérico yugo de un marco de convivencia, común, justo y equitativo para
todos, desde el que afrontar los retos del presente siglo, en paz y armonía.
ALAZOR
25-1-2014
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