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sábado, 1 de febrero de 2014

SIND-ACATOS S.A.


SIND-ACATOS S.A.

Desprende cierto hedor, que ser Presidente de una agrupación sindical de éste País sea algo tan envidiable como presidir un Banco.  Los sindicatos, son una rémora necesaria para el equilibrio social de cualquier País.  Es evidente, que analizando la estructura de convivencia del orden laboral, el contrapeso a la reacción de cualquier fuerza se hace imprescindible, para aspirar a un equilibrio que de otra manera, y asumiendo la perversidad de la condición humana, se antoja imposible.  A mí me parece por tanto indiscutible la necesidad de contrarrestar, en cualquier ámbito humano, los instintos de sometimiento a nuestros semejantes, inherentes desgraciadamente a nuestra naturaleza animal.  En el campo laboral, parece también evidente, que el asalariado es el eslabón más frágil de la partida, y la labor de estas estructuras goza por tanto en su génesis, de un componente altruista, beatífico y solidario, que siempre despierta las simpatías de una mayoría que sufre las bondades derivadas de ese castigo bíblico, denominado “trabajo”.    Dentro de una lógica razonal, lo sensato sería por tanto, que estas instituciones estuviesen dirigidas por personas con la calidad moral y honradez suficiente, para representar los intereses de las clases más sufridas.  En nuestro País, la deriva democraticida, al igual que ocurre con los grandes partidos políticos convertidos en empresas privadas con financiación pública, también ha afectado a unas organizaciones sindicales que no han escapado a los hipnóticos cantos de la corrupción y el dinero.  
Es detestable comprobar, que tras años de justificadas reclamaciones sociales, las cúpulas de estos organismos han acabado actuando de manera semejante a los que siempre han detestado en su ideario intimo.  La falta de democracia interna, la imposibilidad de relevos generacionales por un apego indecente a sus puestos, la malversación y apropiación indebida de subvenciones de dinero público, olvidando que la procedencia de ese dinero no es otra, en su mayor parte, que la que sale del bolsillo de los trabajadores, subsistencia de puestos "liberados", y sobre todo la imposibilidad de una catarsis convincente con aplicación de castigos ejemplares por mala prácticas, han conseguido definitivamente, que salvo para sus escasos afiliados o beneficiarios, representen un eslabón más en la cadena de inmoralidad reinante.
Pedir a sus mandatarios una reflexión al respecto, sería como esperar que el lobo no se coma las ovejas.  Sigo manteniendo, que en la Historia de la Humanidad, prácticamente nunca se ha dado el caso, de que los que provocan los desastres sean los mismos que los restañen.  Esta máxima me hace, lamentablemente y salvo inesperadas sorpresas, albergar pocas esperanzas para encontrar a alguien que pueda estar legitimado por la esencia de su labor, a prender la mecha de la regeneración y la credibilidad, que como la propia acción sindical del siglo XXI, debería mantenerse alejada de cualquier decimonónica ideología sectaria, para concentrarse en los retos productivos del nuevo siglo, incidiendo sobre todo en una política integral de formación de nuestros conciudadanos.
Claro, olvidaba que para esto, el presupuesto siempre es tan escaso como las luces de sus despiadados ejecutivos, disfrazados con chaquetas de pana para la ocasión, y que cuando hay fondos,  supuestamente se los apropian.
 Y los que mandan pensaran…, ¿Quién mejor y con más derechos que un proletario para disfrutar del dinero sustraído a los proletarios?.

ALAZOR
1-2-2014

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