JUSTICIA ABISAL EN LAS MARIANAS
“No
hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor
de la justicia.”
Montesquieu
Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, ….
Disculpen que inicie estas letras con una sonora carcajada,
pero es que acabo de informarme acerca del “agrio” debate de nuestra hemicíclica mafia con respecto al
hilarante asunto de la Justicia Universal. Sí, los mismos haraganes que acaban de tumbar en comandita
una iniciativa parlamentaria para obligarles a fichar en su puesto de trabajo,
se han dedicado a perder su impagable tiempo en disquisiciones, a favor y en
contra, de la conveniencia de reducir el ámbito de actuación de nuestra genuina
administración de justicia a todo el Planeta. Uno no puede dejar de preguntarse, si es que asisten dopados
a las sesiones, o simplemente nacieron defectuosos de fábrica, y su vocación
frustrada es la de cómicos de variedades en un antro portuario.
En nuestro País, para empezar, adolecemos de un sistema
judicial rápido y efectivo, y por consiguiente incapacitado para ser
justo. Esto no es ningún
descubrimiento, sino más bien una evidencia perpetuada en nuestro periodo
pseudo-democrático, que a la vez sirve de mantra
electoral a todos los gobiernos, proponiendo sistemáticamente una
modernización, que como la enseñanza de idiomas a los niños, nunca llega. Bien al contrario, una vez llegados al
poder, todos emprenden reformas ajenas a las leyes procesales y de
enjuiciamiento, para centrarse en la creación de mecanismos que permitan
controlar al tercer poder, por cierto, con bastante éxito.
Es por ello asombroso que atisbando el escenario de nuestro
teatro judicial, repleto de causas bloqueadas en el tiempo, prescripciones por
negligencia, errores inauditos, y para colmo, malolientes concesiones de
indultos, que nuestra cuchipanda de políticos se enzarcen en disquisiciones
bizantinas, sobre su competencia en la aplicación del controvertido concepto de
justicia universal. No sería mucho
pedir, si viviésemos en una democracia real, que tomasen las medidas oportunas
en nuestro propio País, para otorgar a los órganos de justicia la indispensable
independencia en su conformación y decisión, sin afección ni presión del poder
político de turno. Mientras esto
no sea así, hasta el bedel del tribunal Penal Internacional de la Haya, se
seguirá mofando de nuestras ocurrentes quijotadas políticas.
Por el momento, y dada nuestra casta de sectarios
politicastros, nuestra justicia seguirá buceando en las abisales fosas de
perpetua oscuridad, donde reina el silencio de los callados, y la amenaza de
ser engullido por el más fuerte es constante e indiscriminada.
Afortunadamente para ellos, por el momento no se vislumbra
ningún factor para soñar con que en nuestro País disfrutemos de una Justicia
imparcial y verdaderamente justa para todos, de no ser así, la mayoría de estos
aprendices de Maquiavelo ya estarían juzgados, entre otras causas, por el imperdonable
y universal delito, de asesinar y arrojar a una profunda sima abisal el cadáver de
Montesquieu.
ALAZOR
15-2-2014
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