La Unión Europea acaba de
regalarnos un impagable retrato de nuestra particular interpretación de la
Democracia, gracias a un pormenorizado informe sobre el alcance y las
consecuencias de las prácticas corruptas en nuestro País.
La Prensa, ese cuarto poder
fagocitado por los otros tres, ha pasado casi de puntillas sobre el
trascendental asunto, que al parecer, y a la vista de la intención de voto de
los ciudadanos en las próximas elecciones europeas, no termina de calar en las
molleras patrias. Del resto de
poderes, a los que sumo las organizaciones políticas y sindicales, para que
hablar. Es evidente que los que generadores
de la corrupción nunca van a tomar medidas al respecto, salvo las necesarias
para ocultarla a la opinión pública.
Antes, he señalado nuestra particular forma de entender la Democracia,
como dato fundamental para intentar comprender la situación actual, compuesta
por una peligrosísima auto-desintegración de las principales instituciones del
Estado, que van ganando a pulso su perdida de credibilidad.
Es evidente, que el pueblo
español, es un auténtico desconocedor de lo que significa la palabra Democracia. Nuestra ausencia de cultura en
este aspecto no es casual, del mismo modo que no es casual, que hayamos necesitado
la vergonzante medida temporal de más de cinco siglos de existencia como nación,
para disfrutar del estatus de país democrático. Sin duda hemos
sido víctimas, en primera instancia, de un sistema oligárquico que ha bloqueado
cualquier intento por instaurar el libre albedrío, la libertad de acción y
pensamiento, y la justicia social e igualdad para sus ciudadanos. Todo ello a través de una
inducción formativa, cultural y educativa, siempre ajena a inculcar los
verdaderos principios democráticos. Alguien también
podrá culpabilizar a los propios ciudadanos, por no rebelarse ante esta
situación, y que salvo por casi siempre brutales y sangrientos episodios, ha
fracasado siempre precisamente por esa falta de principios democráticos de los
que adolece, y que ha reducido sus acciones a siniestra y pueril venganza. Un circulo maléfico que nos
recuerda a la disquisición sobre el huevo y la gallina. Para mi el cambio sustancial
que ha condicionado nuestra Nación fue sin duda el descubrimiento del Nuevo
Mundo. Un hecho fundamental que
marca un antes y un después en nuestra evolución como Estado. La lotería del destino, quiso que de un
día para otro nos hiciésemos inmensamente ricos. La evolución de las nuevas circunstancias se
desarrolló a través de un comportamiento inherente a nuestro nuevo
estatus. Y es que no hay nada peor
que un “nuevo” rico. Se despertó
la codicia hasta niveles insospechados, y una vez más, el becerro de oro pasó a
desempeñar un papel principal en todas nuestras acciones, despertando los
instintos más mezquinos de la condición humana. Puede parecer contradictorio que un acontecimiento tan superlativo y
decisivo para la conformación actuad le nuestro planeta, con incuestionables aspectos
positivos, mantenga a la vez elementos tan negativos, pero el doblón de oro
tiene dos caras, y venimos padeciendo también su cruz hasta nuestros días. Como siempre sucede en estos
casos, acabamos arruinados, sin honra, y sin barcos. Nuestra lógica integración en la Unión Europea supuso un hito
fundamental en la evolución de nuestra imberbe democracia. De nuevo, y a través de los fondos
Feder, el caudal del dinero volvió a regar el sistema venoso de nuestro sistema,
despertando una vez más nuestros más bajos instintos. Pero hete aquí, que el marco de actuación del Poder, incluso
con todas sus imperfecciones, era sobre el papel, bien distinto al de tiempos
pretéritos, sometidos a Reyes impotentes, gobernantes ineptos y validos
corruptos, impuestos en su posición por cualquier circunstancia, exceptuando
siempre, la de los principios de la democracia. Esta vez, el pueblo habría de beneficiarse necesariamente de
nuestro nuevo golpe de fortuna. Es
hora de hacer balance, y el resultado vuelve a ser tan desesperanzador como
antaño. En una desvergonzada
y mezquina maniobra, mucho más indecente si cabe por usar el disfraz de los
principios democráticos, El Poder ha conseguido retorcer el sistema hasta
desvirtuarlo por completo.
Nuestra revolución democrática, social y cultural, ha quedado reducida a
escombros de grandes, improductivas e inútiles infraestructuras físicas e institucionales, proporcionalmente
dimensionadas al volumen de los desfalcos a nuestras arcas. Una vez más volvemos a sentar
principios, en esta ocasión el de trasgredir los valores del sistema político
más justo que ha desarrollado el hombre hasta el momento, en un alarde de
hipocresía que recuerda a nuestra interpretación personal y selectiva de los
dogmas religiosos, que ha permitido adaptarlo a los intereses exclusivos del poder,
en lugar de conseguir que el poder se adapte a sus fundamentos. En definitiva, hemos acabado inventado la
“Corruptocracia”. Nuestra genuina
interpretación personal al gobierno del pueblo, con partidos políticos
financiados por el viento, designación y elección de candidatos por azar,
impunidad judicial por circunstancias, opacidad administrativa y contable por
avatar, y plebiscitos por nunca llegar.
Una inmensa e impagable aportación
patria al compendio de la ciencia política.
Y es que cuando me pregunto que
fue primero, el huevo o la gallina, siempre me respondo: Antes que eso fueron el pollo y la polla,
y es que eso es lo que somos nosotros, la polla…
ALAZOR
6-2-2014
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