ESE INI-GUALABLE LATROCINIO
En nuestro destartalado solar
patrio, encontramos sindicatos “enmanmantrados” en continuada denuncia sobre
las precariedad en las condiciones de contratación laboral, empresarios
empeñados en conseguir el despido libre, políticos incapaces y corruptos que
han convertido sus detestables agrupaciones en sociedades anónimas con ánimo de
lucro, y para finalizar, un generoso y amplio grupo de autónomos indefensos y
funcionarios públicos, que pagan la fiesta de todos los anteriores. Sorprende que en este guateque, ninguno
de los tres invitados principales incida en el punto, que en primera instancia,
y por sentido común, debería enfocar prioritariamente en la creación de puestos
de trabajo, y en las condiciones necesarias para que esto se produzca.
Para refrescar nuestra maltrecha
memoria colectiva, un sencillo ejercicio de análisis general, nos muestra un
panorama desolador que converge en una tasa de desempleo sin parangón en
Occidente, y que confirma una des-industrialización galopante, fruto de muchas
circunstancias, propiciadas en gran medida por nuestra maléfica clase política
gobernante en cada legislatura, independientemente al color de sus imposturas
ideológicas, que ha promovido, auspiciado, y ejecutado, un saqueo en toda regla,
al patrimonio común de sus “subditos”.
En 1941, un Decreto marcó las pautas
para la creación de un gran conglomerado industrial, bautizado con las siglas
INI (Instituto Nacional de Industria) que marcaría el relanzamiento económico e
industrial de nuestro planchado País, tras los siniestros años de terrible
contienda fraternal. Esta
máquina de creación de puestos de trabajo, se constituyó curiosamente gracias
al erario público, y en consonancia, la propiedad del mismo residía en última
instancia en todos los españoles, a través de la gestión de los recursos del
Estado.
A modo de ejemplo, sobre todo
para los más jóvenes, y para valorar en su justa medida la importancia del
proyecto, relaciono algunas empresas de las que todos fuimos propietarios: ATESA, E.N. Bazán, INH (REPSOL), ENASA
(Pegaso), ENCE, ENDASA (Empresa Nacional de Aluminio), ENDESA, ENFERSA (Empresa
Nacional de Fertilizantes S.A.), ENSIDESA (Empresa Nacional Siderúrgica ACERALIA),
ENTURSA (Empresa Nacional de Turismo S.A.), Empresa Nacional Santa Bárbara,
SEAT (Sociedad Española de Automóviles de Turismo). Posteriormente otras empresas privadas como IBERIA, AVIACO o
CASA, y especialmente grandes industrias, como UNINSA, HUNOSA, Altos Hornos del
Mediterráneo o ASTANO, se sumaron al Holding
público.
Una vez llegada la democracia, o
mejor dicho, la Corruptocracia, la ambición y enriquecimiento personal se
disfrazaron de modernos aires de privatización, acordes sin duda también, a la
falta de talento de los políticos para reactivar y optimizar la actividad de
las compañías estatales, algunas en dificultades económicas, entre otras causas
por la resaca de la crisis del petróleo de 1972, y que vinieron al pelo para
justificar el posterior latrocinio.
Se nos vendieron todo tipo de beatíficos
argumentos, libre competencia, liberalización de tarifas, mejora de servicios, etc…,
y que como resultado final, han
acabado provocando la destrucción de nuestro tejido industrial y laboral, aparejado
al enriquecimiento personal de los gestores, cómplices y beneficiarios,
encargados del expolio. Unas se
vendieron al capital extranjero descolgándonos del ranking de países avanzados,
otras cerraron, y otras se constituyeron en oligopolios privados,
fundamentalmente las dedicadas a la generación y distribución de servicios
básicos, que hoy día nos
atormentan con incomprensibles políticas de precios, en un mercado cautivo en
el que no existe la libre competencia, y recurso productivo como cementerio de
políticos retirados. Tras acabar con el entramado, los
políticos, en voraz y enloquecida carrera todavía han continuado el asalto en
el sector bancario destruyendo, apropiándoselo, y arruinando lo poco que
quedaba de recursos públicos en este sector. Pero esta es otra historia.
La conclusión es evidente: Nos han atracado a todos, y el marco de
impunidad de la actuación política que ellos mismos han creado, ha permitido
que los atracadores se vayan de rositas, sin siquiera tener que remojar sus
aforadas barbas.
Por eso, nunca olvidemos que los
que claman desde cualquier institución por la vergonzante situación del empleo en
nuestro destruido mercado laboral, son los mismos que nos desposeyeron de
el.
Y otra vez, sin barcos, sin
honra, sin dinero, y sin astilleros, con la cantinela de la precariedad de una
inexistente quimera.
ALAZOR
11-2-2014
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