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martes, 11 de febrero de 2014

ESE INI-GUALABLE LATROCINIO

ESE INI-GUALABLE LATROCINIO

En nuestro destartalado solar patrio, encontramos sindicatos “enmanmantrados” en continuada denuncia sobre las precariedad en las condiciones de contratación laboral, empresarios empeñados en conseguir el despido libre, políticos incapaces y corruptos que han convertido sus detestables agrupaciones en sociedades anónimas con ánimo de lucro, y para finalizar, un generoso y amplio grupo de autónomos indefensos y funcionarios públicos, que pagan la fiesta de todos los anteriores.  Sorprende que en este guateque, ninguno de los tres invitados principales incida en el punto, que en primera instancia, y por sentido común, debería enfocar prioritariamente en la creación de puestos de trabajo, y en las condiciones necesarias para que esto se produzca.
Para refrescar nuestra maltrecha memoria colectiva, un sencillo ejercicio de análisis general, nos muestra un panorama desolador que converge en una tasa de desempleo sin parangón en Occidente, y que confirma una des-industrialización galopante, fruto de muchas circunstancias, propiciadas en gran medida por nuestra maléfica clase política gobernante en cada legislatura, independientemente al color de sus imposturas ideológicas, que ha promovido, auspiciado, y ejecutado, un saqueo en toda regla, al patrimonio común de sus “subditos”.
En 1941, un Decreto marcó las pautas para la creación de un gran conglomerado industrial, bautizado con las siglas INI (Instituto Nacional de Industria) que marcaría el relanzamiento económico e industrial de nuestro planchado País, tras los siniestros años de terrible contienda fraternal.   Esta máquina de creación de puestos de trabajo, se constituyó curiosamente gracias al erario público, y en consonancia, la propiedad del mismo residía en última instancia en todos los españoles, a través de la gestión de los recursos del Estado.
A modo de ejemplo, sobre todo para los más jóvenes, y para valorar en su justa medida la importancia del proyecto, relaciono algunas empresas de las que todos fuimos propietarios:  ATESA, E.N. Bazán, INH (REPSOL), ENASA (Pegaso), ENCE, ENDASA (Empresa Nacional de Aluminio), ENDESA, ENFERSA (Empresa Nacional de Fertilizantes S.A.), ENSIDESA (Empresa Nacional Siderúrgica ACERALIA), ENTURSA (Empresa Nacional de Turismo S.A.), Empresa Nacional Santa Bárbara, SEAT (Sociedad Española de Automóviles de Turismo).  Posteriormente otras empresas privadas como IBERIA, AVIACO o CASA, y especialmente grandes industrias, como UNINSA, HUNOSA, Altos Hornos del Mediterráneo o ASTANO, se sumaron al Holding público.
Una vez llegada la democracia, o mejor dicho, la Corruptocracia, la ambición y enriquecimiento personal se disfrazaron de modernos aires de privatización, acordes sin duda también, a la falta de talento de los políticos para reactivar y optimizar la actividad de las compañías estatales, algunas en dificultades económicas, entre otras causas por la resaca de la crisis del petróleo de 1972, y que vinieron al pelo para justificar el posterior latrocinio.
Se nos vendieron todo tipo de beatíficos argumentos, libre competencia, liberalización de tarifas, mejora de servicios, etc…,  y que como resultado final, han acabado provocando la destrucción de nuestro tejido industrial y laboral, aparejado al enriquecimiento personal de los gestores, cómplices y beneficiarios, encargados del expolio.  Unas se vendieron al capital extranjero descolgándonos del ranking de países avanzados, otras cerraron, y otras se constituyeron en oligopolios privados, fundamentalmente las dedicadas a la generación y distribución de servicios básicos,  que hoy día nos atormentan con incomprensibles políticas de precios, en un mercado cautivo en el que no existe la libre competencia, y recurso productivo como cementerio de políticos retirados.    Tras acabar con el entramado, los políticos, en voraz y enloquecida carrera todavía han continuado el asalto en el sector bancario destruyendo, apropiándoselo, y arruinando lo poco que quedaba de recursos públicos en este sector.  Pero esta es otra historia.
La conclusión es evidente:  Nos han atracado a todos, y el marco de impunidad de la actuación política que ellos mismos han creado, ha permitido que los atracadores se vayan de rositas, sin siquiera tener que remojar sus aforadas barbas.
Por eso, nunca olvidemos que los que claman desde cualquier institución por la vergonzante situación del empleo en nuestro destruido mercado laboral, son los mismos que nos desposeyeron de el. 
Y otra vez, sin barcos, sin honra, sin dinero, y sin astilleros, con la cantinela de la precariedad de una inexistente quimera.

ALAZOR
11-2-2014

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