IVIMA, O EL AULLIDO DE LA CARROÑA
“Una comida sin postre es como un traje sin corbata” (F. Point)
Nuestra corruptocracia, nos regala cadenciosamente nuevos
episodios de corrupción y malas prácticas, con la misma aérea y constante facilidad
con la que una rapaz caza sus presas.
Sorprendentemente, la acumulación de hechos infames, nunca termina por
colmatar la paciencia de una mayoría de ciudadanos, probablemente por una
escasa moral colectiva, nuestra endémica memoria RAM, un nulo conocimiento de
la noción de responsabilidad y del bien común, un exceso de anestésico circo
balompédico, y sobre todo por nuestra profusamente somatizada incultura
democrática. Y es que no hay palo de
la baraja que se toque, en el que no se cuezan habas. Por supuesto, en todos los “aislados” casos destapados,
jamás los miembros de la agrupación afectada censurarán o descubrirán al desvalijador
de turno, salvo por revancha personal, confirmando definitivamente la
complicidad de todos. Esto,
sumado al trabajado control de la justicia y de los medios de comunicación,
cierra el aforado círculo para convertirlo en un perfecto coto de caza,
diseñado a medida, ya no para ágiles rapaces, sino para simples buitres
carroñeros. Hay que reconocer , que en esto del mangue del dinero público somos
verdaderos campeones mundiales; yo
personalmente conozco a varios parlamentarios, que entre ustedes y yo, si yo
tuviese una empresa, no los contrataría ni para pegar sellos, sobre todo porque el incremento
repentino en la partida de gastos de papelería, en connivencia con el proveedor,
abocaría a la empresa a la quiebra inmediata.
Ayer pudimos
ver en la pastilla tonta, una nueva manifestación de anónimos indignados, que
van a ser desahuciados de sus nidos de alquiler social por los buitres. No es mi intención ofender a los
deshauciadores con este apelativo, es que ellos se autodenominan así; “Fondo
Buitre”. La Historia se remonta a
hace unos meses, cuando los políticos de turno, en este caso del IVIMA
(Instituto de la Vivienda de la Comunidad de Madrid), descubren una nueva forma
de poder continuar con el despilfarro que les permita seguir disfrutando de sus
regaladas vidas, y para ello que mejor solución, que poner a la venta 3.000
viviendas destinadas a alquileres sociales, que hasta ese momento, les recuerdo
eran propiedad del Estado, a través de ese engendro llamado Autonomía, y por
tanto, nuestras. Las viviendas se venden, por supuesto
con las presas en el nido, a un fondo de Inversión de la ejemplar compañía
financiera Goldman Sachs. Supongo
que la operación se cerraría entre buenos caldos, abrazos, maltas y miradas de
complicidad, por la entrada de algunos en el selecto club de los paraísos
fiscales, en algún afamado comedero capitalino. Una vez
entregado nuestro patrimonio, en este caso destinado a un fin social y
solidario, el nuevo gestor asoma su cetrino plumaje, e impone nuevas
condiciones de alquiler, por supuesto de mercado, a los recién cazados. Pingüe operación contable, que salvo por el detalle de
desplumar para siempre a los ciudadanos, de un patrimonio sólido y tangible,
ayudará sin duda a gastar menos en máscara contable.
Las victimas directas, ciudadanos desempleados en situación
económica límite, han comenzado a aullar de desesperación ante la perspectiva
que les espera, sin la menor duda, tan negra como la sombra proyectada por el
vuelo del encorbatado buitre, sobre el matadero.
Uno de los afectados entrevistado ayer, convaleciente de una
intervención quirúrgica a causa de un cáncer de pulmón, exhibía la papeleta
conminatoria de su desahucio, con la ingenua esperanza de una solución que
impida su inevitable futuro transformado en postre: ser devorado como simple carroña.
Lástima que el veneno del cáncer no se transmita por la
cadena alimenticia; al menos tendríamos algún consuelo... ¿La Humanidad?
ALAZOR
19-2-2014
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